La mujer y su ser femenino
Atributo que va al rescate de la voluntad
Atributo que va al rescate de la voluntad
"Si nuestro actual modo de vida nos hace sentir aislados y desesperados, es razonable preguntar cómo podemos imaginar algo mejor".
Vicki Noble (Madre paz)
Vicki Noble (Madre paz)
Creo que algunos de los malestares de la mujer actual, producto de esta época, son aquellos que tienen que ver con la capacidad de poder integrar los diferentes deseos y necesidades: Desarrollo personal, pareja, maternidad, etc.
La mujer siente la necesidad de realizarse sin desvincularse de la relación de pareja ni de la maternidad. La búsqueda de este equilibrio le proporciona un costo emocional muy grande, porque esta integración es un proceso complejo que incluye la elaboración y el procesamiento de la conflictiva que compromete a lo femenino hoy, en medio de los avatares de una vida dinámica e hiperactiva.
La complejidad contemporánea queda planteada entre los mandatos tradicionales recibidos(a través de la cultura, la sociedad, la familia) y las nuevas metas y aspiraciones.
En este entrelazamiento se moviliza un espectro de sentimientos: de exigencia, confusiones, insatisfacciones. Siendo la adicción al perfeccionismo uno de los riesgos más altos en lo que se puede caer.
Desde el imaginario femenino o despliegue y desarrollo de los diferentes roles de la mujer confirmarían engañosamente una vivencia de "plenitud", que las puede dejar atrapados en medio de una telaraña de angustias, temores, culpas, sentimientos que inconscientemente la dejan vinculadas en estereotipos y encapsulamientos que ensombrecen la personalidad.
Muchas mujeres pueden vivir el éxito profesional culposamente, porque se sienten en falta con las obligaciones maternas y domésticas, pudiéndose convertir en trabas para la consolidación de los diferentes roles con sus consiguientes crecimientos.
Embuida en medio de contradicciones pueden tornarse devastadoras, coexistiendo con mensajes ambivalentes, que anidan confusiones, sino se toma conciencia, se puede correr el riesgo de caer en exigencias peligrosas, donde la realidad tiende a desbaratarse, sería algo así como el título de la película de Almodóvar "Como ser mujer y no morir en el intento"
Atravesando los diferentes impedimentos que atascan la consolidación de los diferentes aspectos y roles femeninos, integrados en la personalidad, se pueden ir tejiendo nuevas ideas que vayan señalando el camino hacia la flexibilización que suscite a renovaciones, que la hagan dueña de su persona.
Echando luz sobre añejas dificultades femeninas, derivadas de la propia historia, una potencia de nuevos recursos se pueden asomar, tratando de mirarse con renovados ojos. Poder descubrir esa energía que impulsa a utilizar eficientemente esos recursos, abierta a la experiencia total de los sentidos, con un corazón atento y palpitante, tocando algún fondo de sufrimiento, se puede ir encontrando alguna riqueza que ayude a llevar la vida con una mejor calidad de espiritualidad y existencialidad.
El poder de la iniciativa moviliza a la identidad femenina, recopilando en los rincones de lo propio, lo mejor de una, de esta manera pueden ir asomando, ideas, actitudes que ayuden a desarrollar una visión de las divergentes roles femeninos menos exigentes y más adaptativa, tratando de convertir las desventajas y las equivocaciones, en nuevas posibilidades sustentadoras de la identidad.
Pero ¿se puede aprender aquello que no se enseña con ninguna técnica, aquello que es esencialmente un arte, un misterio?
La mujer siente la necesidad de realizarse sin desvincularse de la relación de pareja ni de la maternidad. La búsqueda de este equilibrio le proporciona un costo emocional muy grande, porque esta integración es un proceso complejo que incluye la elaboración y el procesamiento de la conflictiva que compromete a lo femenino hoy, en medio de los avatares de una vida dinámica e hiperactiva.
La complejidad contemporánea queda planteada entre los mandatos tradicionales recibidos(a través de la cultura, la sociedad, la familia) y las nuevas metas y aspiraciones.
En este entrelazamiento se moviliza un espectro de sentimientos: de exigencia, confusiones, insatisfacciones. Siendo la adicción al perfeccionismo uno de los riesgos más altos en lo que se puede caer.
Desde el imaginario femenino o despliegue y desarrollo de los diferentes roles de la mujer confirmarían engañosamente una vivencia de "plenitud", que las puede dejar atrapados en medio de una telaraña de angustias, temores, culpas, sentimientos que inconscientemente la dejan vinculadas en estereotipos y encapsulamientos que ensombrecen la personalidad.
Muchas mujeres pueden vivir el éxito profesional culposamente, porque se sienten en falta con las obligaciones maternas y domésticas, pudiéndose convertir en trabas para la consolidación de los diferentes roles con sus consiguientes crecimientos.
Embuida en medio de contradicciones pueden tornarse devastadoras, coexistiendo con mensajes ambivalentes, que anidan confusiones, sino se toma conciencia, se puede correr el riesgo de caer en exigencias peligrosas, donde la realidad tiende a desbaratarse, sería algo así como el título de la película de Almodóvar "Como ser mujer y no morir en el intento"
Atravesando los diferentes impedimentos que atascan la consolidación de los diferentes aspectos y roles femeninos, integrados en la personalidad, se pueden ir tejiendo nuevas ideas que vayan señalando el camino hacia la flexibilización que suscite a renovaciones, que la hagan dueña de su persona.
Echando luz sobre añejas dificultades femeninas, derivadas de la propia historia, una potencia de nuevos recursos se pueden asomar, tratando de mirarse con renovados ojos. Poder descubrir esa energía que impulsa a utilizar eficientemente esos recursos, abierta a la experiencia total de los sentidos, con un corazón atento y palpitante, tocando algún fondo de sufrimiento, se puede ir encontrando alguna riqueza que ayude a llevar la vida con una mejor calidad de espiritualidad y existencialidad.
El poder de la iniciativa moviliza a la identidad femenina, recopilando en los rincones de lo propio, lo mejor de una, de esta manera pueden ir asomando, ideas, actitudes que ayuden a desarrollar una visión de las divergentes roles femeninos menos exigentes y más adaptativa, tratando de convertir las desventajas y las equivocaciones, en nuevas posibilidades sustentadoras de la identidad.
Pero ¿se puede aprender aquello que no se enseña con ninguna técnica, aquello que es esencialmente un arte, un misterio?
Desde el imaginario social se asocia a lo femenino con atributos de seducción, sensualidad ternura, docilidad, receptibilidad, intuición, atributos que no son sinónimos de debilidad, sino de firmeza, una mujer puede ser muy dócil pero al mismo tiempo muy firme, para poder apropiarse de los diferentes aspectos femeninos de una manera única, personal y creativa, esto deriva de un proceso dinámico, gratificante y a veces también doloroso, pero que conlleva al mundo de la singularidad, cuando una mujer construye una imágen realista, confiada, cuando se siente a gusto dentro de su propio cuerpo, con su ser y en su contexto, su femenidad está apoyada en sentimientos de bienestar, y la representación valiosa se erige en el autocuidado, en ese empuje vital que une auténticas necesidades con reales posibilidades.
El desarrollo de lo femenino está atravesado por la conquista de una posición clara, una actitud ante la vida, un modo de ser en el mundo. Esta posición deriva de los sentimientos de vacío existencial con los que todos los seres humanos nos encontramos, es desde la aceptación de las carencias, como nace la condición del ser femenina.
Indagar sobre la problemática en la relación con la madre, también es una clave para entender el crecimiento de la femenidad, relación en la que pueden abundar resonancias de aspectos infantiles no resueltos, son esos encrucijadas de la vida, que con sus enmascaramientos dejan a algunas mujeres desprovistas, de recursos ante el desafío que implica crecer emocionalmente, se quedan como sin resortes femeninos.
Existe en este proceso un punto de comunión entre la imágen de ser mujer con la cual se creció y la consolidación de la femenidad. Desandar la propia historia perpetuada en esta relación, moviliza algunos misterios por resolver.
Discutir, confrontar, conflictos, dogmas en esta relación, en vez de refugiarse en ellos, ayudan a atar cabos sueltos, y a trazar una línea generacional con una versión mejorada.
Es preciso reconocer como mujeres, ese costado femenino que conecta con lo perceptivo, con eso agudeza de las sensaciones, que recibe el nombre de intuición femenina, siendo aquello que se percibe más allá de las palabras.
La intuición puede ser una gran guía en la cual apoyarse, la confianza que aporta, reemplaza a lo racional puro. La intuición afinada es un gran talento femenino y ayuda a calificar la concepción que da forma a esa mirada integrativa sobre las responsabilidades y los dispositivos con los que se cuenta.
La ternura, otro resorte vigoroso, ayuda a poner en juego ese costado sensual que hace descubrir los registros de la pasión erótica, haciendo bullir una acrecentada capacidad para disfrutar. Una actitud activa, conciliadora, un oído atento, dispuesto a entender, una connotación de calidez y vitalidad dotan a una mujer de una gran fuerza magnética llena de gracia y versatilidad, encanto y misterio. Apoyada de estos atributos y conocedora del poder de su estima, cada mujer puede suscitar una esfera subjetiva femenina fecunda secundada por la impronta personal.
Sondear, interrogar, ajustan aquellos recursos internos que son como semillas que contienen vida latente, apostando a la creatividad, modelando como si fuera una obra de arte, la propia visión de la vida, es lo que conlleva al propio estilo de ser mujer.
Parafraseando a Frida Khalo:
La libertad interior es una conquista, un legado de las personas inteligentes y con coraje. Muchas mujeres sufren de ignorancia sobre las propias posibilidades para desarrollar su feminidad. Cada mujer cuenta con recursos materiales que la hacen soberana de su persona. Poner en juego ese valor femenino de abrir los ojos para poder mirarse, desafiando a los propias miedos, atravesando encrucijadas, se puede abordar la vida desde una esencia escultural femenina que cuenta con una autoestima viva.
Una mujer que se siente madura emocionalmente, le gusta tomar decisiones y ejercer sus roles adultos, a través de patrones de plasticidad, elastizando ideas y preconceptos, desarraigando viejos prejuicios y preceptos, se puede salir de un desarrollo estancado, con esa fuerza femenina que impulsa a reaprender, a moverse en la vida buscando nuevos cauces que la impulsan hacia esa pulsión creadora que la conecta con ese influjo potenciador.
Todas estas son cualidades que traducen lo que es el trabajo femenino, por eso el querer saberse y buscarse es requisito imprescindible para encontrarse, brillando la femeneidad, como la luz del alma de una mujer.
El desarrollo de lo femenino está atravesado por la conquista de una posición clara, una actitud ante la vida, un modo de ser en el mundo. Esta posición deriva de los sentimientos de vacío existencial con los que todos los seres humanos nos encontramos, es desde la aceptación de las carencias, como nace la condición del ser femenina.
Indagar sobre la problemática en la relación con la madre, también es una clave para entender el crecimiento de la femenidad, relación en la que pueden abundar resonancias de aspectos infantiles no resueltos, son esos encrucijadas de la vida, que con sus enmascaramientos dejan a algunas mujeres desprovistas, de recursos ante el desafío que implica crecer emocionalmente, se quedan como sin resortes femeninos.
Existe en este proceso un punto de comunión entre la imágen de ser mujer con la cual se creció y la consolidación de la femenidad. Desandar la propia historia perpetuada en esta relación, moviliza algunos misterios por resolver.
Discutir, confrontar, conflictos, dogmas en esta relación, en vez de refugiarse en ellos, ayudan a atar cabos sueltos, y a trazar una línea generacional con una versión mejorada.
Es preciso reconocer como mujeres, ese costado femenino que conecta con lo perceptivo, con eso agudeza de las sensaciones, que recibe el nombre de intuición femenina, siendo aquello que se percibe más allá de las palabras.
La intuición puede ser una gran guía en la cual apoyarse, la confianza que aporta, reemplaza a lo racional puro. La intuición afinada es un gran talento femenino y ayuda a calificar la concepción que da forma a esa mirada integrativa sobre las responsabilidades y los dispositivos con los que se cuenta.
La ternura, otro resorte vigoroso, ayuda a poner en juego ese costado sensual que hace descubrir los registros de la pasión erótica, haciendo bullir una acrecentada capacidad para disfrutar. Una actitud activa, conciliadora, un oído atento, dispuesto a entender, una connotación de calidez y vitalidad dotan a una mujer de una gran fuerza magnética llena de gracia y versatilidad, encanto y misterio. Apoyada de estos atributos y conocedora del poder de su estima, cada mujer puede suscitar una esfera subjetiva femenina fecunda secundada por la impronta personal.
Sondear, interrogar, ajustan aquellos recursos internos que son como semillas que contienen vida latente, apostando a la creatividad, modelando como si fuera una obra de arte, la propia visión de la vida, es lo que conlleva al propio estilo de ser mujer.
Parafraseando a Frida Khalo:
Siendo en esencia una buscadora de las propias posibilidades, fabricando, saneando, restaurando y renovando la trama de la propia vida, se puede ir encontrando el hilo conductor para alcanzar un yo más integrado, que trámite el pasaje hacia nuevos patrones personales de desarrollo, que reverencian el propio sentido de la vida."Le robé la imagen al espejo,que había estado a punto de robarme
Mi identidad, a fuerza de perseguirme, de cuestionarme constantemente"
La libertad interior es una conquista, un legado de las personas inteligentes y con coraje. Muchas mujeres sufren de ignorancia sobre las propias posibilidades para desarrollar su feminidad. Cada mujer cuenta con recursos materiales que la hacen soberana de su persona. Poner en juego ese valor femenino de abrir los ojos para poder mirarse, desafiando a los propias miedos, atravesando encrucijadas, se puede abordar la vida desde una esencia escultural femenina que cuenta con una autoestima viva.
Una mujer que se siente madura emocionalmente, le gusta tomar decisiones y ejercer sus roles adultos, a través de patrones de plasticidad, elastizando ideas y preconceptos, desarraigando viejos prejuicios y preceptos, se puede salir de un desarrollo estancado, con esa fuerza femenina que impulsa a reaprender, a moverse en la vida buscando nuevos cauces que la impulsan hacia esa pulsión creadora que la conecta con ese influjo potenciador.
Todas estas son cualidades que traducen lo que es el trabajo femenino, por eso el querer saberse y buscarse es requisito imprescindible para encontrarse, brillando la femeneidad, como la luz del alma de una mujer.
Un Poema para pensar.
Ser mujer
Ser mujer
Ser mujer implica
hacer silencio para escuchar
a tu propio corazón.
Bondades de lo femenino
que aplacan tu razón.
hacer silencio para escuchar
a tu propio corazón.
Bondades de lo femenino
que aplacan tu razón.
Mujer que se adueña de sí misma,
teniendo como soporte su propia identidad.
Fortalezas y debilidades
hacen a su ser trascendental.
Amores, soledades
la hacen madurar.
teniendo como soporte su propia identidad.
Fortalezas y debilidades
hacen a su ser trascendental.
Amores, soledades
la hacen madurar.
Mujer que puedes contar
contigo misma.
Aprópiate de tus deseos y necesidades,
es lo que conlleva a tu propia libertad.
El poder de lo femenino te enaltece,
el desamparo de lo femenino te deja sola,
Sólo la estima por ti misma te protege
contigo misma.
Aprópiate de tus deseos y necesidades,
es lo que conlleva a tu propia libertad.
El poder de lo femenino te enaltece,
el desamparo de lo femenino te deja sola,
Sólo la estima por ti misma te protege
La Femineidad, atributo lleno de misterio,
es lo que te ayuda a desplegar
lo mejor de tu amor y de tu calidez,
te convierte en soberana excelsa
de tu propia madurez.
Por Liliana Cuniglio
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