viernes, 30 de diciembre de 2011



Síndrome del nido vacío  



Un momento de la mujer para re-pensarse




" Defender la alegría como una trinchera 

   defenderla del caos y las pesadillas 
   de la ajada miseria 
y de los miserables 
de las ausencias breves y de los definitivos"
                       Mario Benedetti:" Defender la alegría"



El síndrome de nido vacío es una forma de depresión que viven algunas mujeres, a veces puede aparecer de una forma encubierta, y otras a través de un claro y llano estado depresivo.


      Este síndrome es más común en mujeres de mediana edad que en hombres y se relaciona con la partida de los hijos del hogar por diferentes motivos: Porque se casan, o deciden ir a vivir solos, por cuestiones laborales, de estudio, o simplemente porque quieren independizarse.


Al transitar esta etapa de la vida, algunas mujeres sienten la vivencia de un malestar psicológico generalizado, aunque no se quejen abiertamente, los sentimientos de tristeza y desánimo se hacen presente, como así también altibajos emocionales, cambios en el humor, como si tuvieran el corazón amilanado.


Lo que se vive como pérdida no es solo la partida de los hijos del hogar, sino también la caída de la tersura de la juventud, el paso del tiempo, puede lograr que ya no se sientan tan seductoras, sumándose a esto la pérdida de la fertilidad. Emili Bluchman las llama:" Madres en paro involuntario".


Este es un momento de duelo, que cuando la propia esencia está atascada, se siente un gran vacío existencial, que denuncia el déficit en la relación que cada mujer tiene con su propia identidad. La superación de este duelo va a depender de los recursos internos con los que cuente, también del vínculo de pareja que se haya construido hasta ese momento, apostando, a un comportamiento cuidadoso, dinámico e innovador que impida quedar monopolizada en el sufrimiento. Es interesante crear, desde el Síndrome de Nido Vacío, un abanico de posibilidades constructivas, encontrando nuevas claves para disfrutar, gestando conductas superadoras, que inciten a salir del derrotismo a través de propuestas innovadoras en esta nueva etapa. 
 La falta de un deseo definido, fuera de cuidar y atender a los demás, las deja a estas mujeres como exiliadas de sí mismas. Si miran hacia adentro, en un viaje introspectivo, pueden no visualizarse, porque la complacencia se les convirtió en el principal modo de operar en la vida. 
 Son mujeres que por movilizar, atender y contener afectos ajenos se olvidaron de reconocer los propios, por generar sentimientos en los demás, se quedaron sin sentimientos hacia ellas mismas. Por mirar a través de las demás no se ven a sí mismas. Esto sucede porque a veces solo la mirada de los otros pueden devolver una imagen propia  valorada y reconocida.


Estas mujeres se quedaron en una actitud arraigada sin poder responderse por sus inquietudes y expectativas, mujeres que quedaron en deuda permanentemente con sus deseos.  El deseo es el que pone en marcha la voluntad, es lo que mueve hacia adelante, a conocer lo que no se sabe. Por eso es importante tener la grandeza de asumir ese miedo al vacío, que da cuenta en esta etapa del silencio fallido con una misma.  También este momento puede convertirse en una buena ocasión para repasar las ventajas acreditadas, como es la de disponer de mayor libertad, más tiempo, siempre existe alguna actividad o sueño que pudo haber quedado como asignatura pendiente. 
Ésta es una buena posibilidad para levantar viejos deseos o proyectos caídos. 
La creatividad personal tiene que estar sujeta la sensibilidad frente a los cambios, que sugieren crecimiento, solidez, madurez, estabilidad emocional y confianza. Encontrando ese lado extraño, abandonado, por una misma, reconociendo la estima personal, genera una nueva visión del mundo interno más vigoroso, con un espíritu más atrevido, para no tornarse  amiga de la desesperación, es importante ir encontrando permiso para habilitar el cambio; creando así una visión más definida de la vida como mujer. 
Ser capaz de pensarse a una misma desde una sensibilidad cautivante, resinificando este nuevo momento de la vida con una actitud adaptativa, optimizando los recursos más fuertes, que movilicen verdaderas motivaciones que inciten a pequeños y grandes desafíos, puede ser una potentoza invitación a madurar. 
Dice Goethe: " Cualquier cosa que puedas o  
  sueñes hacer, empiézala. 
  hay genio, poder y magia en el valor".


Cada mujer cuenta con la posibilidad de decidir ver su propia vida, cada día, como un camino nuevo por recorrer o quedarse anclado en lo más viejo, conocido y familiar.  La diferencia está dada en que algunas mujeres crecen y otras envejecen. 
Crecer implica, además de otras cosas, aprender a quererse y como, consecuencia aceptarse, envejecer es un proceso fisiológico, pero todo está relacionado con la resignación ante el paso del tiempo que va por la vereda contraria de lo que es la aceptación. Resignarse deja una carga de frustración, bronca, insatisfacción, entonces, se envejece mental, física y espiritualmente más rápido. Aceptarse es quererse, y quererse es crecer. 
 Para las arrugas que aparecen en el cuerpo, que muestran que el tiempo va trascurriendo, la cirugía plástica y el mercado cosmetológico ofrecen diferentes soluciones para todas las edades, tipos de pieles y arrugas.


Existe en la actualidad una gran tendencia a tapar las huellas que deja el paso del tiempo, pero para las arrugas del corazón y del alma, todavía no apareció ningún producto que las borre luego de un breve tratamiento.


      La risa, el buen humor, una actitud flexible, los deseos, estar abierta a lo nuevo, son para el alma lo que el colágeno y la elastina para la piel, estiran las arrugas del corazón y ayudan a nutrirse de una mejor calidad de sentimientos, pensamientos y actitudes positivas, hacen huellas al optimismo


Mujeres:  Podemos elegir crecer o envejecer 
  ¿Que estás eligiendo vos?


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