"Los ojos y los oídos son malos testigos
Para los hombres cuando sus almas no Pueden entender su lenguaje".
Heráclito
Desde que comenzaron a emerger los movimientos que devinieron de la subjetividad femenina, promoviendo cambios en los lugares asignados tradicionalmente a las mujeres, los hombres empezaron a sentir y vivenciar los efectos de estos cambios.
Las mujeres empezaron a tejer el complejo entrando para encontrar una nueva posición femenina, después de tantos siglos de dominación masculina.
Tanto hombres como mujeres están recorriendo el comienzo de la transición, que implica crear un acercamiento relacional y comunicacional diferente. Revisando y rediseñando el vínculo de pareja y también con una misma.
Es necesario el resurgimiento de nuevas modalidades de relación, dejando atrás viejos estereotipos, como son los legados culturales y familiares que tantos fracasos y frustraciones arrastraron.
Antes los roles femeninos y masculinos estaban definidos por el sexo, el rol del hombre era el de proveedor del sustento económico y el de la mujer, reducido al ámbito doméstico, nutrir a la familia.
En la actualidad, en cambio, tantos hombres como mujeres proveen y nutren, intentando así una nueva relación basada en el compartir responsabilidades activas, en el intercambio, conciliando una interacción no definida por el género. Algunos lo van logrando, otros quedan en el camino, cristalizados en roles fijos y tradicionales y otros ni siquiera se atreven a intentarlo.
En estos tiempos parecería que algunos códigos del amor como son, la conquista y la seducción, la galantería, el coqueteo, como así también, la idea de armar un proyecto de vida en común, entraron en desuso, son anacrónicas, en comparación con aquel amor que se dejaba disfrutar y se sostenía en el tiempo, el amor se olía, se palpaba se intuía.
El desencuentro, la incomprensión la intolerancia, la falta de deseo de compromiso, parecen estar de moda, mucha gente no quiere correr el riesgo de sufrir, sin darse cuenta quizás que están padeciendo de melancolía del desamor.
La vivencia del amor efímero, el toco y me voy, produce demasiada distancia emocional ante la posibilidad de un verdadero encuentro.
Es una característica de estos tiempos, lo rápido, lo light, en donde algunas mujeres se consumen de impaciencia y se relacionan mejor con la idea que tienen de pareja que con los hombres. Algunos de ellos parece que sufren de asepsia frente al compromiso, mostrando poca equidad entre lo que tienen para ofrecer y lo que se espera recibir, Por esto es necesario armonizar lo que se es con lo que se quiere, conocer y utilizar al máximo las capacidades comunicacionales, educarse emocionalmente, pueden convertirse en un capital valioso para salir de esa tendencia esterilizante que conforma un gran malestar actual. De lo contrario el rumor de época que aflora sutil en sus modos parece ser el desamor o la falta de olfato para el amor.
La soledad que no es lo mismo que estar sin pareja, siempre tiene mala prensa, pero se está convirtiendo en una exponente de las expectativas subjetivas, que pueden disecar la posibilidad de construir un vínculo.
Muchos hombres y mujeres no pueden ni saben estar solos, viven albergados en el mismo paradójico desencuentro, recorriendo espacios permanentes de desilusión.
Si una persona siente que se tiene a sí misma, es desde esa subjetividad desde donde nace la capacidad para amar y compartir. Sólo aquel que se siente libre se puede comprometer.
En este entramado de dificultades a la vez subjetivas y también sociales, que constituyen coordenadas epocales, es necesario apuntar a una reflexión sobre los cambios.
Es necesario el resurgimiento de nuevas modalidades de relación, dejando atrás viejos estereotipos, como son los legados culturales y familiares que tantos fracasos y frustraciones arrastraron.
Antes los roles femeninos y masculinos estaban definidos por el sexo, el rol del hombre era el de proveedor del sustento económico y el de la mujer, reducido al ámbito doméstico, nutrir a la familia.
En la actualidad, en cambio, tantos hombres como mujeres proveen y nutren, intentando así una nueva relación basada en el compartir responsabilidades activas, en el intercambio, conciliando una interacción no definida por el género. Algunos lo van logrando, otros quedan en el camino, cristalizados en roles fijos y tradicionales y otros ni siquiera se atreven a intentarlo.
En estos tiempos parecería que algunos códigos del amor como son, la conquista y la seducción, la galantería, el coqueteo, como así también, la idea de armar un proyecto de vida en común, entraron en desuso, son anacrónicas, en comparación con aquel amor que se dejaba disfrutar y se sostenía en el tiempo, el amor se olía, se palpaba se intuía.
El desencuentro, la incomprensión la intolerancia, la falta de deseo de compromiso, parecen estar de moda, mucha gente no quiere correr el riesgo de sufrir, sin darse cuenta quizás que están padeciendo de melancolía del desamor.
La vivencia del amor efímero, el toco y me voy, produce demasiada distancia emocional ante la posibilidad de un verdadero encuentro.
Es una característica de estos tiempos, lo rápido, lo light, en donde algunas mujeres se consumen de impaciencia y se relacionan mejor con la idea que tienen de pareja que con los hombres. Algunos de ellos parece que sufren de asepsia frente al compromiso, mostrando poca equidad entre lo que tienen para ofrecer y lo que se espera recibir, Por esto es necesario armonizar lo que se es con lo que se quiere, conocer y utilizar al máximo las capacidades comunicacionales, educarse emocionalmente, pueden convertirse en un capital valioso para salir de esa tendencia esterilizante que conforma un gran malestar actual. De lo contrario el rumor de época que aflora sutil en sus modos parece ser el desamor o la falta de olfato para el amor.
La soledad que no es lo mismo que estar sin pareja, siempre tiene mala prensa, pero se está convirtiendo en una exponente de las expectativas subjetivas, que pueden disecar la posibilidad de construir un vínculo.
Muchos hombres y mujeres no pueden ni saben estar solos, viven albergados en el mismo paradójico desencuentro, recorriendo espacios permanentes de desilusión.
Si una persona siente que se tiene a sí misma, es desde esa subjetividad desde donde nace la capacidad para amar y compartir. Sólo aquel que se siente libre se puede comprometer.
En este entramado de dificultades a la vez subjetivas y también sociales, que constituyen coordenadas epocales, es necesario apuntar a una reflexión sobre los cambios.
¿Cómo nos afectan? ¿Cómo nos atraviesan?
No permitiendo que el viento y la marea de las desilusiones y desengaños, o sea, cargar con un vía crucis de desencantos amorosos, ahogue en su embestida el deseo de crecer y construir.
Encontrar nuevas maneras de percibirse a una misma, es desempolvar viejas formas de dar respuestas. Muchos conflictos actuales, para poder construir un vínculo de pareja, están relacionados a experiencias no resueltas con la pareja de los padres.
Revisar que imago internalizada dentro de cada uno, se convierte en un obstáculo que no permite el acceso al cambio de rol, desde una posición que ponga el acento más en el intercambio y la simetría que en la culpabilización de unos a otros, sabiéndose de la premisa que marca a lo propio como único parámetro a tener en cuenta.
Aprender a pedir en vez de exigir, porque la exigencia no va por el camino del propio deseo ni de el deseo del otro, no aceptar al otro como es sino como se necesita que sea es una necesidad que parte de los propios aspectos infantiles o adolescentes no resueltos, donde la pareja es tomada como una especie de título de propiedad.
No permitiendo que el viento y la marea de las desilusiones y desengaños, o sea, cargar con un vía crucis de desencantos amorosos, ahogue en su embestida el deseo de crecer y construir.
Encontrar nuevas maneras de percibirse a una misma, es desempolvar viejas formas de dar respuestas. Muchos conflictos actuales, para poder construir un vínculo de pareja, están relacionados a experiencias no resueltas con la pareja de los padres.
Revisar que imago internalizada dentro de cada uno, se convierte en un obstáculo que no permite el acceso al cambio de rol, desde una posición que ponga el acento más en el intercambio y la simetría que en la culpabilización de unos a otros, sabiéndose de la premisa que marca a lo propio como único parámetro a tener en cuenta.
Aprender a pedir en vez de exigir, porque la exigencia no va por el camino del propio deseo ni de el deseo del otro, no aceptar al otro como es sino como se necesita que sea es una necesidad que parte de los propios aspectos infantiles o adolescentes no resueltos, donde la pareja es tomada como una especie de título de propiedad.
Parafraseando a OSHO:
" Es complicado amar a la gente real, porque una persona real no va a cumplir tus expectativas".
Una relación de pareja en la que se encuentran articulados el amor y la sexualidad, el compromiso y el intercambio, además de generar un gran bienestar, también producen estabilidad afectiva. Son los vínculos más difíciles de lograr, porque cada integrante está teñido de conflictos personales relacionados con la propia historia familiar.
La superación de estos conflictos es lo que conlleva a la madurez emocional, que se traduce en estabilidad y permite enfrentar la conflictiva de roles a través del dialogo receptivo que no sólo implica poner el oído, sino también esa capacidad de entendimiento que es lo que sugiere saber escuchar que no es lo mismo que oír.
Desarmando discursos vacíos, oídos distraídos y verdades de Perogrullo que desfilan en la actualidad de una manera intensa, puede ser una contribución vital para engarzar sabiamente el vínculo entre hombres y mujeres hoy.
El reto puede estar basado en una escucha con compromiso, en el crecimiento del respeto y la comunicación, más que en los efectos de los temores y de sufrimientos.
Reorganizar reconstruir, con una mirada renovada, sobre la falta de conciencia y quizás el analfabetismo emocional que cunde en estos tiempos, delimitando la confrontación, tratando de cobijar el entendimiento, revisando los deseos, analizando lo que se dice y la forma como se dice, puede ser una puesta a punto para revisar algunas posiciones asordinadas
Con un sacudón que desempolvé viejos conflictos, para encontrar nuevos recursos que equilibren uniones emocionales más estables y duraderas, dando respuestas sobre los diferentes posibilidades de optimizar un vínculo, se van encontrando esos mecanismos de ajuste, que toda relación necesita para hacer jugar una dialéctica diferente.
Dejar atrás la guerra entre los sexos, es tiempo de empezar a construir vínculos más saludables, reaprendiendo a ser hombres y mujeres, promoviendo nuevos resortes que ayuden a construir nuevos patrones de relaciones.
Avanzar en los nuevos significados, barajando y dando de nuevo, las veces necesarias para saber ver la posibilidad de un rescate amoroso, sabio, un territorio de confianza profunda que sabe de tantos malos entendidos y fisuras entre hombres y mujeres hoy.
En tiempos donde el amor escasea, no perder la propia capacidad para amar puede ser una respuesta.
Para Reflexionar:
"... Entonces no había sido en vano tanto,
descenso tempestad y absurdo
tanto desesperar y lagos de sombras y brujas
Tanto perdón y puerta sin llamada
entonces se amarán de nuevo de verdad
un hombre, una mujer
al principio, al fin del mundo
otros verán sus pausas.
Sin fronteras
inventarán el fuego y la confianza
¿Qué día albergará tu nombre
en qué vena o en que metal
tendrá destino tu silencio?
Edgar Bailey (Poeta).
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