miércoles, 25 de enero de 2012

LOS ADOLECENTES DIFICILES




“Los viejos lo creen todo; los adultos todo lo sospechan; mientras que los jóvenes todo lo saben.”
Oscar Wilde

¿Por qué es tan difícil transitar la adolescencia hoy tanto para los jóvenes como para los padres?¿Què los atraviesa en su psiquismo y en su cuerpo, en este proceso de cambio?
La adolescencia es una etapa vital del desarrollo que comienza con el fin de la infancia y actualmente tiene un final poco claro. En estos tiempos parecería que la adolescencia no tiene fecha de vencimiento. La transición hacia la adultez, como el moverse de un ciclo vital a otro que implica mayores responsabilidades, es un camino que en estos momentos parecería generar temores intensos, fobias importantes, depresiones juveniles, etc. Esto genera trabas a la hora de dejar atrás dependencias infantiles para ir camino hacia la independencia.
¿Còmo se los observa a los adolescentes hoy?
Funcionalmente, se los ve con una fuerte sobredosis en la ausencia de límites, baja tolerancia a la frustración, dificultad para elaborar duelos. Los valores trasmutados están a la orden del día. Esto puede verse en la búsqueda del éxito rápido y fugaz, o sea, a través del facilismo, escapando de los procesos necesarios para lograr metas y proyectos.
Estos jóvenes son frágiles, necesitan de mucho acompañamiento y orientación. Limites que les permitan sentirse acotados. Y para esto se hacen necesarias las referencias adultas, las cuales funcionan como modelos de contención que evitan que estos jóvenes caigan en comportamientos riesgosos.
Los adolescentes sufren en general, pero no saben tomar conciencia de sus padeceres, se manejan con la ambigüedad, no toleran la menor crítica aunque èsta sea constructiva. Si bien la adolescencia es un momento de crisis, los adolescentes de hoy, viven en crisis, a tal nivel que muchos padres sienten que sus hijos se les van de las manos.
Estos jóvenes viven en rebeldía, se muestran inestables, susceptibles, hostiles o deprimidos. Otra actitud conflictiva tiene que ver, actualmente, con el temor o no, a satisfacer las expectativas que los padres tienen de él/ ella.  Esta realidad, muchas veces, produce fuertes confrontaciones entre padres e hijos. Los hijos no pueden cargar las mochilas de las expectativas de padres frustrados en sus propias expectativas.
Detrás de un adolescente agresivo, oposicionista, solo se esconde un niño asustado, que se encuentra transitando un duelo, que significa dejar atrás el niño que fue, el cuerpo infantil y los padres de la infancia.
Este es un trabajo interior necesario para ir construyendo una vida con sentido y encontrando una identidad propia. Para que este duelo sea un tránsito sano, es necesario que el adolescente sienta que su vida tiene valor, que puede ser escuchado, entendido y acompañado, pero sin demasiada cercanía. De lo contrario, este proceso se convertirá en un duelo patológico cuyas consecuencias pueden ser: alcoholismo, drogas, adicción a la tecnología, depresiones abiertas o enmascaradas, fobias, trastornos en la alimentación, comportamientos impulsivos, fracaso escolar, etc.
Estas perturbaciones no hacen más que denotar el sufrimiento inconsciente por el que atraviesa este adolescente.
¿Còmo abordar a un adolescente difícil? Dice Juan David Nasio: “Si usted quiere que un adolescente cambie, cambie la mirada que usted tiene de él”.
Lo peor que le puede pasar a un padre es no aceptar a su hijo tal como es, sino mirarlo como quiere que sea, esta trama es percibida por el adolescente y lo deja encerrado en una exigencia paralizante.
Es importante entonces, que el adolescente se sienta reconocido en sus logros en vez de profetizarles fracasos. No compararlo, las comparaciones son vividas como desaliento. Las amenazas no incentivan, producen efectos rebote. Aprender a negociar: saber ser firme pero también flexible. Saber confiar, aprender a distinguir a la persona de sus actos, no condenando una conducta sino tratar de entenderla. Aprender a esperar el tiempo interno de maduración del adolescente, que a veces, no coincide con la edad cronológica.
Algunos de los signos que dan testimonio que los adolescentes están avanzando hacia el camino de las responsabilidades son:
-       Que pueden ir haciéndose cargo de sus vidas y de su futuro.
-       Pueden reconocerse virtudes y defectos, aceptarse tal cual son y sentirse aceptados como son.
-       Que no se empareje en la asimetría con sus padres sino que pueda sentirse querido.
-       Lograr independencia económica.
-       Que aprenda a respetar reglas, normas tanto en la familia como en la sociedad.
-       Que pueda ver en las frustraciones un camino para crecer.
-       Que tenga capacidad para registrar a los otros como personas y no como cosas.
-       Que se respete a si mismo y por ende pida ser respetado.
-       Que lo atraviesen los valores de la solidaridad, la confianza, el ser sincero consigo mismo y con los demás.
-       Que puedan decidir por sí mismos, contando con capacidad de juicio crítico propio que es lo que conduce a tener menos posibilidades de ser manipulados por los otros.

Dentro de los adolescentes difíciles, encontramos la categoría de “hijos tiranos”. Tèrmino acuñado por Vicente G. Genoves quien los define como: “seres egoístas, insensibles ante las necesidades de los demás”.
Estos jóvenes son violentos verbal y físicamente cuando no se cumple su voluntad. Son impulsivos, engañosos y manipuladores. No se pueden hacer cargo de ningún tipo de obligaciones. Tienen tendencia a extorsionar a los demás y también a sus padres.
Amenazas, insultan, humillan porque se sienten con derechos a imponer lo que piensan. Tienen dificultades en las relaciones interpersonales, fisuras en su capacidad de dar y recibir. No dan nada y esperan recibirlo todo. Son narcisistas exacerbados, no logran empatizar ni procesar emociones. Se muestran fríos y distantes emocionalmente.
Otra de las características de estos jóvenes son los fuertes sentimientos hacia la acción ( impulsividad), no miden riesgos, solo desean imponer su voluntad. Buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata, no pueden esperar. En un grado extremo pueden desarrollar un trastorno de conducta anti-social, que cuando no existe el sentimiento de culpa, es posible que estos jóvenes sean potenciales psicópatas.
Estos adolescentes necesitan una fuerte re-educación de sus conductas, de sus valores familiares y sociales como así también, referencias adultas que le muestren lo que está bien y lo que está mal, lo que se puede hacer y lo que no se debe hacer.
Necesitan mucha atención y reglas claras, abordadas con afecto pero con firmeza. Los padres de estos chicos se ven perdidos, ya no saben cómo tratarlos, es más, algunos sienten miedo, no se creen capaces de encauzarlos, están como exiliados de su función.
Si no se cuenta con tiempo, que es presencia y recursos internos, no se puede educar. Hay que buscar trascendencia en el vínculo con los hijos para poder construir lazos sólidos, encontrándole un sentido valorado a la vida. Es en la adolescencia donde comienza a afirmarse la identidad.
Al decir de Freud: “Hay que esperar a la pubertad para que se instale la diferenciación de los caracteres masculinos y femeninos, oposición que, luego, ejerce mas que ninguna otra una influencia decisiva en la manera en como viven los seres humanos”.
Este articulo continuara con otra forma de adolescencia difícil: la “generación NI-NI”.
Continuara…..

1 comentario:

  1. Lic.me gustaría proponerle si puede escribir sobre la "importancia del dialogo del padre " hacia su hijo varon sobre el sexo en determinada edad.
    Gracias,
    Nancy S.

    ResponderEliminar